Limestone Branch Distillery, con sede en Lebanon, Kentucky, es una de esas destilerías artesanales que elabora whisky (y alcohol ilegal) al mismo tiempo que comercializa licores de origen, al menos por el momento. Yellowstone es la marca de origen de la compañía y, además de algunos embotellados regulares, produce un bourbon lanzado anualmente, que difiere de un año a otro. (No hay información sobre la ubicación de origen, pero este es un bourbon de Kentucky).
Para (finales) de 2016, Yellowstone LE, como se le conoce, es una mezcla de dos bourbons de receta de centeno, uno de 12 años y otro de 7 años. Los whiskies se terminaron durante varios meses en barricas de vino nuevas y tostadas. ¿Por qué? “Usamos 28 barriles de vino nuevos con diferentes niveles de tostado. Estaba interesado en cómo el tostado versus el carbonizado contribuiría al bourbon”, dice Steve Beam, presidente y destilador de Limestone Branch Distillery.
La edición limitada de 2016 es un bourbon bastante pequeño, que recuerda a cualquier número de bourbons pesados de centeno. Suave en nariz a pesar del 50,5% vol., ofrece aromas de caramelo ligero y caramelo, con un toque saludable pero no exagerado de especias para hornear. En boca es un poco más picante, con una madera más presente y un toque de champiñón, pimiento verde y agujas de pino. En el centro del escenario está la clásica vainilla y el caramelo, algo de chocolate y una nota de bayas rojas que perdura hasta bien entrado el final, quizás un toque del tratamiento del barril de vino por fin.
Al final, este es un bourbon perfectamente creíble y bebible, aunque nada en él es tan notable como para hacerme saltar y arrojarle billetes de cien dólares. Porque, ya sabes, eso es lo que cuesta. 101 proof. 7000 botellas producidas.